El éxito se debe a cuanta gente te sonríe, a cuanta gente amas y cuantos admiran tu sinceridad y la sencillez de tu espíritu.
Se trata de si te recuerdan cuando te vas. Se refiere a cuanta gente ayudas, a cuanta evitas dañar y si guardas o no rencor en tu corazón.
Se trata de que en tus triunfos estén incluidos tus sueños. De si tus logros no hieren a tus semejantes.
Es acerca de tu inclusión con otros, no de tu control sobre los demás.
Es sobre si usaste tu cabeza tanto como tu corazón, si fuiste egoísta o generoso, si amaste la naturaleza y a los niños y te preocupas de los ancianos.
Es acerca de tu bondad, tu deseo de servir, tu capacidad de escuchar y tu valor sobre la conducta. No es acerca de cuantos te siguen, sino de cuantos realmente te aman. No es acerca de transmitir, si no de cuantos te creen si eres feliz o finges estarlo. Se trata del equilibrio de la justicia que conduce al bien tener y al bien estar. Se trata de tu conciencia tranquila, tu dignidad invicta y tu deseo de ser más, no de tenermás.
Esto es el éxito!
Un triunfador es parte de la solución.
Un perdedor es parte del problema.
Un triunfador dice: “Debe haber una forma mejor de hacerlo”.
Un perdedor dice: “Esta es la forma en que siempre lo hemos hecho, no hay otra…”
Cuando un triunfador comete un error dice “me equivoqué”, y aprende la lección.
Cuando un perdedor comete un error dice: “no fue culpa mía”, y responsabiliza a los otros.
Un triunfador sabe que la adversidad es el mejor de los maestros.
Un perdedor se siente víctima durante las adversidades.
Un triunfador sabe que el resultado de las cosas depende de sí mismo.
Un perdedor cree que existe la mala suerte.
Un triunfador enfrenta los desafíos uno a uno.
Un perdedor rodea los desafíos y no se atreve a intentar.
Un triunfador se compromete, da su palabra y la cumple.
Un perdedor hace promesas, no se pone “manos a la obra”, y cuando falla solo se sabe justificar.
Un triunfador dice: “Soy bueno, pero puedo mejorar”.
Un perdedor dice “No soy tan malo como otros”.
Un triunfador escucha, comprende y responde.
Un perdedor no espera que llegue su momento de hablar.
Un triunfador respeta a aquellos que saben más y se preocupa por aprender algo de ellos.
Un perdedor se resiste a todos los que saben más y solo se fija en sus defectos.
Un triunfador consigue “ver el bosque en su totalidad”.
Un perdedor se fija sólo “en el árbol que le toca plantar”.
Un triunfador se siente responsable por algo más que por su propio trabajo.
Un perdedor no se compromete y siempre dice: “Hago mi trabajo y ya es bastante”.
Un triunfador trabaja mucho y dedica más tiempo para si mismo.
Un perdedor está siempre “muy ocupado” y no tiene tiempo ni siquiera para los suyos.
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